La Yamahiriya ha caído. ¿A quién le tocará el turno?: Page 2 of 3
el país era uno de los diez países con los índices más bajos del mundo. La sanidad pública en Libia era gratuita y estaba a buen nivel. La prestación económica por nacimiento de hijo era de 7 mil dólares, cada pareja recién casada recibía, al contraer matrimonio, 64 mil dólares para comprar vivienda, lo que era suficiente para comprar una buena casa con terreno. La electricidad en Libia era prácticamente gratuita y no existía ningún pago por vivienda. La mitad del coste de coche la pagaba el gobierno. A partir de 1973 la educación era gratuita a todos los niveles, desde la primaria hasta la universitaria, y las etapas primaria y preparatoria eran obligatorias. En el país no había pobres u oligarcas acentuados y en realidad funcionaba el principio “de cada uno según sus capacidades, a cada uno según su trabajo”.
Sin duda había problemas con la libertad de expresión, con la transparencia y la democracia... Pero parece que últimamente estos valores universales existen prácticamente por todas partes. Sin embargo, algunos países “civilizados”, por diferentes razones (sobre todo económicos), prefieren hacer caso omiso de su existencia en los países que, por arte de magia, se hacen “no democráticos” o “incívicos”. Pero la falta de valores básicos no puede llevar a una sublevación popular por sí sola (cuando se garantizan las condiciones para la existencia normal de la población del país y se satisfacen las necesidades principales del pueblo).
Y en este sentido no se puede menos que estar de acuerdo con el hijo de Gadafi que ha dicho: “Ningún país civilizado del mundo nunca aceptará a bandidos armados que deambulan por las ciudades, no aceptará a terroristas que toman por fuerza torres extractoras y fábricas. Las exigencias de libertades democráticas y el intento de la toma armada de un país por terroristas son cosas diferentes y no hay que confundirlas”.
Con esas palabras quería decir que existía un factor externo, una fuerza que se basaba fuera del país y para la cual era ventajoso derrocar el poder. Lo más probable es que tenga razón...
Los acontecimientos en Libia se vinculan bastante frecuentemente con el fenómeno de “la primavera árabe”, es decir, con las revueltas en los lindantes Túnez y Egipto. Pero esta versión no soporta críticas porque el nivel de vida en aquellos países era mucho más bajo. Se puede creer en la teoría de la lucha de los pobres por el mejoramiento de la vida, pero es difícil creer que la gente que lleva una vida sostenible y bastante buena quiera luchar “por la libertad y la democracia”. La revuelta en Libia era muy distinta a las de Túnez y Egipto. Allí simplemente fueron derrocados los “monarcas longevos”, y la élite gobernante se quedó en el poder de una o otra forma. En Libia la situación cambió radicalmente. Los insurgentes trataban de destruirlo todo y se negaban rotundamente a entablar diálogo con Gadafi.
En general, la situación es única: la oposición, que surgió de repente, de la nada, rechazó cualquier diálogo o negociaciones e inmediatamente, con ayuda de los más poderosos de este mundo, tomó el poder en sus manos, sin despreciar ningún método.
Las diferencias entre los clanes y tribus, que algunos expertos creían ser la causa del conflicto, apenas podían haber causado tanta influencia en el país. Primero, porque en la época de M.Gadafi los vínculos tribales llegaron a ser más débiles porque habían sido sustituidos por la ideología de la Yamahiriya que formaba los lazos sociales a base de la tercera teoría mundial de Gadafi y la racionalidad revolucionaria. Es verdad que los caudillos de algunas tribus, principalmente de la parte oriental del país, fueron primeros en oponerse a Gadafi, pero ¿podían ellos en realidad agruparse tan rápidamente para actuar como un frente unido, sin tener un mecanismo dirigente, sin ayuda y apoyo de nadie? Las menorías étnicas en Libia representan un poco más de 10% y es evidente que sus esfuerzos no eran bastantes. En fin, apenas se podía relacionar con las tribus o étnias el odio de los insurgentes al régimen de Gadafi.
Haciendo balance de todo lo dicho, se hace la impresión, sin querer, de que no eran bastantes sólo los factores étnico-sociales para provocar un conflicto tan grave. Es decir, la guerra civil no era tan civil y por tanto tuvo lugar una provocación desde fuera. No es difícil contestar a la pregunta “¿quién?”, pero es más interesante analizar el “¿por qué?”.
¿Una lucha “humanitaria” por el petróleo o contra el dinar de oro?
La causa directa de la intervención de la OTAN, en particular, de EE.UU., Francia, Gran Bretaña, España, Canadá, Bélgica, Italia, Dinamarca y otros países fue la defensa de la población civil. Pero, como ya se ha dicho, esta versión no soporta ningunas críticas teniendo en cuenta la muerte de esta misma población civil
¿Una lucha por los recursos? De aquí también surgen ciertas preguntas. El petróleo, por ejemplo, se distribuía proporcionalmente en todas las direcciones – a Europa, la América del Norte y del Sur, Asia. En el país trabajaban tales consorcios conocidos como ENI (Italia), BP (Bretaña), Statoil (Noruega), Royal Dutch Shell (Holanda), Total (Francia). El gas se suministraba a Europa, en particular, a España e Italia. Además, últimamente el papel más activo en esta dirección empezaron a interpretarlo los chinos, y puede ser que a muchos no les gustara el hecho de que todas las compañías petroleras y de gas estuvieran nacionalizadas, lo que significaba que los extranjeros no podían controlar por completo los recursos energéticos de Libia. Pero, en general, los europeos no sufrían mucho de eso. Pero en lo que se refiere a EE.UU., tenía un doble provecho del conflicto en Libia – tanto desde el punto de vista del control de los recursos a la larga, como desde el punto de vista de la destabilización de la situación en Europa con irregularidades en el suministro del petróleo y gas y el aumento del flujo de migrantes. ¿Lo necesitaban los norteamericanos? Es muy probable que sí, pues la Europa unida, aunque es un aliado de EE.UU. en todas sus iniciativas, representa un poder político y económico, y para los norteamericanos era provechoso debilitarlo.
Algunos expertos fueron más allá y se pusieron a hablar incluso de la teoría de un complot mundial. Así, el conocido analista político independiente del Canadá, Mahdi Darius Nazemroaya, especialista de Próximo Oriente y Asia Media, después de los acontecimientos libios y sirios declaró que Washington abrigaba planes de crear inestabilidad, caos y violencia a largo plazo en todo el Próximo Oriente y en la Asia Media desde Líbano, Palestina y Siria hasta Irak, el Golfo Pérsico, Irán y Afganistán. Según él, este proceso incluye cambios de todo el mapa de Eurasia, la balcanización o el cambio de las fronteras de tales países como Afganistán, Paquistán, Irán, Arabia Saudí, Turquía, Jordania, todo el Golfo Pérsico, Siria, Líbano y, por supuesto, de Libia para asegurar el control de sus recursos por parte del Occidente. “ La estrategia comprende la división y la conquista de estos países para que sirvan a los intereses anglo-americanos e israelíes en la región”, - afirma el experto. Pero puede que esto ya sea demasiado teniendo en cuenta que la inestabilidad no garantiza el control de recursos, y en Washington lo han aprendido perfectamente de sus propios errores.
Según otra opinión, que también tiene derecho de existir pero que tampoco suena convincentemente, Libia tenía un plan de desarrollo del sistema de irrigación y de creación del Ggran Río Artificial. Este proyecto, que estaba casi terminado y que consistía en unir los acuíferos subterráneos, que se encontraban debajo del Sahara, con las principales poblaciones del norte del país, el mismo Gadafi lo llamaba “la octava maravilla del mundo”. Para crearlo Libia gastó más de 30 mil millones de dólares de EE.UU., todo por su propia cuenta. Gracias a él, el precio de un metro cúbico del agua potable de buena calidad en el país fue sólo de 35 centavos de dólar de EE.UU. mientras que Europa vende agua desalada de mala calidad a Africa por 4 dólares por metro cúbico. Como se dice, sienten la diferencia... Tales precedentes no eran beneficiosos en absoluto para el Occidente. En este sentido hay que mencionar también que Libia no quería colaborar con la OTAN, ni obedecer al Mando Africa de Estados Unidos (AFRICOM) junto con Sudán, Costa de Marfil, Eritrea y Zimbabwe. Si estas razones no eran causas directas de la intervención, entonces, por lo menos, eran estímulos complementarios para los norteamericanos.
Hay una opinión más que parece reflejar la causa más verdadera del conflicto. En particular, es la opinión del ex oligarca ruso, que ahora vive una vida de anacoreta, German Stérligov. Según él, Muamar el Gadafi ansiaba atar los precios del petróleo al estándar de oro, lo que era extremadamente desventajoso para EE.UU. y Europa. En general, esta idea no es nueva. Los debates acerca de ella empezaron a principios de los años 2000 y, en condiciones de la crisis financiera mundial, este concepto renació. Se trata de introducir el dinar de oro, una divisa regional apoyada en los precios de oro, para negociar con los países exportadores de petróleo en el Próximo Oriente. “Eso podía haber llevado a EE.UU. a una verdadera catástrofe y a la caída de todo el sistema bancario y financiero del Nuevo Mundo, que se basa en la regla del abastecimiento parcial pero, en realidad, en el dinero hecho de la nada, - asegura Stérligov. - ¿Es que se podía dejarle a Gadafi que marcara la pauta de la economía mundial, sobre todo, en la región donde el banking islámico tradicional es la base de la estabilidad financiera? Entonces el principal consumidor de los actuales bienes mundiales, el Próximo Oriente, que está sentado, en el sentido directo y figurado, en el petróleo, habría sido el centro de la economía mundial, siendo un antagonista absoluto de EE.UU. Claro que la respuesta es evidente y es negativa”. El cree que “fue por eso porque empezó la gran operación militar y económica que se encubría, como de costumbre, con el pretexto del deseo de luchar por la democracia”. “La verdad es que Muamar el Gadafi decidió salir de la zona del dinero de papel y volver al oro, es decir, amenazó al principal valor del mundo de hoy – el sistema bancario”, - subraya Stérligov .
Para describir esta situación con más claridad vamos a imaginarnos la siguiente imagen. El Próximo Oriente pasa al dinar de oro y a partir de ahora no exige dólares o euros por el gas y el petróleo, sino su propia divisa. ¿Qué tienen que hacer en este caso los principales consumidores del petróleo y gas del Próximo Oriente, o sea EE.UU. o Europa? La respuesta está clara – comprar los dinares de oro. Entonces los países del Próximo Oriente podrían dictar sus condiciones tranquilamente, pues por mucho que dependan de la venta de sus recursos, la economía de los países occidentales depende más de estos mismos recursos... Es decir, de hecho, Gadafi trató de derrocar el dólar – lo confirmó indirectamente el presidente de Francia, Nicolás Sarcosi, que declaró en una de sus intervenciones que “los libios amenazaron la seguridad financiera de la humanidad”. Tales iniciativas de Libia provocaron la valoración más negativa de EE.UU. y de la Unión Europea y bien podían haber sido la causa de la intervención de la OTAN y del uso de cualesquiera métodos para derracar al régimen.
¿Qué es bueno y qué es malo?
Se puede hacer sólo un resumen de toda esta situación y él sólo será una confirmación de un hecho bien conocido que se calla a menudo. Siguiendo o defendiendo sus intereses, el Occidente (esto se refiere más a EE.UU.) está dispuesto a dar cualquier paso, incluso militar, haciendo caso omiso de cualquier resolución, prohibición o llamamiento. Los poderosos de este mundo están dispuestos a hacer todo para que sus posiciones no lleguen a ser más débiles. Y la economía es su