El clima de la economía mundial es inquietante. Las tormentas siempre son precedidas por un periodo de calma y negros nubarrones se vislumbran en el horizonte. Lo más grave es que no se percibe un nuevo motor que permita reactivar la economía global. La guerra comercial es una realidad, la inversión en la economía real sigue aletargada y la amenaza de una nueva recesión sigue vigente.