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Después de "Mérida" : Page 2 of 2

Drugs

masas una visión de un mundo, en el cual la delincuencia organizada efectivamente reemplazó a la guerrilla del siglo XX en el campo de la lucha contra el gobierno y la desestabilización de la situación política.
Es expresivo también aquel hecho, de que para las actuales pandillas de latinoamericanas y para la mafia semejante percepción del mundo también no les es ajena, al menos en aquella parte donde esto les trae una ventaja determinada. De esta manera, el narcotraficante colombiano Pedro Oliverio Guerrero, que murió en diciembre de 2010, dió a su organización el nombre de la "Ejército Revolucionario Popular Antisubversivo de Colombia (ERPAC). Éste, como también muchos líderes de semejantes organizaciones, se aprovechó de un rasgo característico de la mentalidad colectiva de los gobiernos latinoamericanos. Dado que la mayoría de ellos de una u otra forma tienen sus raíces en algún movimiento revolucionario exitoso del pasado, cualquier pandilla que formalmente declare la existencia de alguna ideología, por el triunfo de la cual ésta supuestamente está luchando, puede contar con un diálogo con las autoridades en lugar de una persecusión incondicional.
En otras palabras, la actitud hacia las guerrillas, los revolucionarios y los extremistas (pero obligatoriamente "ideológicos") en América Latina en el momento de escribir este artículo, es mucho mejor que hacia los miembros de los grupos delincuentes, dándose el caso no solamente entre la población, sino también a nivel estatal. Al parecer, los carteles mexicanos todavía no han tomado plenamente conciencia de esta oportunidad (además también es problemático llevar a cabo un cambio de marca de una organización ya existente). Sin embargo, se puede estar absolutamente seguro de que en el curso de la desintegración y fragmentación (y lo por tanto la aparición de nuevas "marcas"), algunos de ellos van a tratan de aprovechar este truco para protegerse a sí mismos. Pero la mafia mexicana de la droga no debe que olvidar que los Estados Unidos no solamente no experimentan "escrúpulos" en relación con los diferentes tipos de insurgentes, sino como regla general, también ven en esto una razón más para usar la fuerza militar. Gracias a esas mismas declaraciones de la Secretaria de Estado Clinton, semejante truco de cualquier cartel sólo beneficiaría a Washington. Los Estados Unidos de Norteamérica en la elección del "rostro" del enemigo para la nueva estrategia contra las drogas (semejante a aquello, como para el terrorismo internacional tal "rostro" fue Osama bin Laden) tienen que conformarse con un parecido cercano a una organización guerrillera entre traficantes de drogas, con los ex miembros de las Fuerzas Especiales del Ejército Los Zetas, que ahora son objeto de especial atención tanto en los medios de comunicación, como también por parte de las personas oficiales. 


Al mismo tiempo, Washington ha eliminado por ahora la posibilidad de una operación humanitaria de pleno derecho en México. Pero, considerando la tensa historia de las relaciones mutuas entre los dos países, la opinión pública en ambos lados de la frontera debe ser preparada cuidadosamente, incluso con la participación mínima de los representantes de los Estados Unidos de Norteamérica en la lucha contra los cárteles en el territorio mexicano. En esto consiste la segunda razón de la campaña mediática emprendida por el Departamento de Estado de Estados Unidos de Norteamérica a principios de 2011. Al parecer, los dos países ya han logrado alcanzar ciertos éxitos en esta cuestión. Así, después de un ataque contra dos agentes del servicio norteamericano de migración en San Luis de Potosí (uno de ellos murió) los representantes de los organismos de la policía de los Estados Unidos obtuvieron una libertad de acción que no se veía desde el caso Camarena para la realización de investigaciones en el territorio mexicano. El éxito de tal formato de cooperación se afianzó mediante la coordinación de acciones conjuntas durante la crisis de abril en Tamaulipas, cuando se descubrió una fosa común de 145 víctimas del cártel de Los Zetas. 
Haciendo un resumen total, hay que señalar que, tampoco justificándose en la lucha contra el narcotráfico, "Mérida" llegó a ser el primer paso de los EE.UU. y México para reunirse entre sí, lo que era tan necesario tras los fracasos diplomáticos de fines del siglo XX. Junto con esto, los rasgos externos permiten suponer que los dos países acordaron una incorporación física potencialmente ilimitada gradual y flexible de los Estados Unidos en el conflicto mexicano. Probablemente, en calidad de incentivo para que este acuerdo sirvió, incluso no la amenaza a la seguridad de ambos países que es una guerra contra las drogas, sino también tales riesgos como la restauración del autoritarismo y la llegada de la izquierda al poder en México a raíz de esta crisis. Esto se confirma por el hecho de que el componente social de la lucha contra las drogas al fin se toma en consideración, pero ello se encuentra dentro de los marcos de la iniciativa "Mérida" que después de todo demasiado lento se plasma en la realidad. De este modo, ambos gobiernos, al parecer, en el umbral de las elecciones decidieron apostar por las estruendosas operaciones especiales, detenciones y otras acciones espectaculares, pero estas medidas no siempre son eficaces. Si este cálculo se justificara y el Partido Acción Nacional se mantuviera en el poder, se podría pensar en una estrategia plena contra las drogas.